Nuestra pequeña, pero enorme artista llegó a nuestra vida hace unos pocos años, pero es parte total de nuestra familia.
Belén estudió Bellas Artes y Arquitectura de
Interiores en Madrid y se formó durante años, donde sobre todo se dedicó al Hiperrealismo, jugando con el engaño óptico que lleva al espectador a pensar que es una
foto lo que observa, cuando en realidad era pintura.
Sus retratos escondían algo… Pero su proceso creativo ha ido transformándose, evolucionando y de manera autodidacta empezó a “garabatear”, como en los apuntes del cole, de su infancia, impulsos neurológicos que le llevan a la obra abstracta que plasma en lienzos de tela ayudada de hilo y aguja. Empieza a tejer sin saber por dónde le va a llevar, mezclando la geometría y los colores planos. Autodidacta y multidisciplinar, le cuesta enseñar su obra, pero en cuanto la ha compartido, nos ha hecho muy felices a todos.
Le visitó en su estudio nuevo, que es muy muy Belén. Llena de ilusión, de ideas y de creatividad. Toma notas en un periódico antiguo, así es Belén, ¡una genialidad! No tiene cuadernos…
Empieza a tejer sin saber por dónde le va a llevar, mezclando la geometría
y los colores planos.
Porque por fin se ha decidido a enseñar, y como dice ella a “testear”, y yo creo que ha triunfado.
Después de exponer en Madrid hace poco más de un mes, acaba de llegar de Nueva York…
y ¡lo que le queda!
Es cariñosa, sensible y pura dulzura. Y de esa dulzura y de su ansiedad surge también su obra con lenguas de picapica… otro proceso creativo que le ha llevado a unir miles miles y miles de lenguas de chuche, que le llevan otra vez a su infancia, y lo primero que tejió “en dulce” fue una manta de su abuela con la que solía arroparse.
Pero con su obra “40 kilos of anxiety” nos enseña que cualquier material es bueno para transmitir emociones.
Y con una alfombra de 1,95 x 2,50, que tardo solo en formar el ovillo para ponerse a trenzar un mes, una lámpara y una mesa nos muestra este mundo de “candy “, arte y sentimientos. Porque en su obra hay mucho de eso, de expresarse, de terapia, de creatividad y de reconducir esos pensamientos a través de su arte.
Cristine Bedfor
(*) Con la ayuda de arqueólogos y egiptólogos ha conseguido que sus piezas de lenguas no sean efímeras, sino que, por medio de productos especialmente diseñados para ello, estas obras vivan eternamente.
Quiere objetos cotidianos, quiere forrar nuestro entorno
de dulzura, y lo consigue.
Lo mejor está por llegar, y Cristine Bedfor y Belén Ordovás
lo van a vivir juntas, porque para esos están los amigos,
para soñar y convertir esos sueños en realidad juntos.