La guía para
preparar un viaje
La guía para preparar un viaje inolvidable de Laura Cano
En primer lugar, hay que estar abierto a cualquier posibilidad
Yo soy muy peliculera por lo que siempre quise ir al pueblo de Doctor en Alaska, conocer el parque de atracciones de Dolly Parton, el rancho de Clint Eastwood en Carmel, o a ver los gorilas de montaña de Dian Fossey, los animales en su medio natural es algo que siempre busco en los viajes, ser tú el elemento extraño en casa de otro te hace bajarte de la nube.
Huir de la masa y alternar con los locales
En general, evito sentir que estoy haciendo turismo clásico y huyo de las aglomeraciones, no me gusta ver pingüinos en la playa de Sudáfrica desde una barandilla con miles de turistas, prefiero ir a los sitios a en horas tempranas o cuando sé que los demás están comiendo. El viaje que hicimos a Alaska y Canadá lo diseñé totalmente para escapar de la llegada de los ferries de turistas si coincidíamos con ellos en algún pueblo. Nosotros llegamos allí en un barco de pasajeros, lo cual nos encantó, hacíamos trails buscando osos por la mañana y por la tarde, cuando los turistas volvían a sus barcos, nosotros bajábamos al pueblo.
Eso nos permitió pasar momentos maravillosos como cuando las cinco hijas mormonas de la dueña del apartamento que tenían un grupo de rock nos invitaron a su concierto en un evento benéfico solo para gente del pueblo (Ketchikan), nos colocaron collares y había una subasta de leñadores muy divertida y después estuvimos bailando con ellos.
Uno de los viajes más alucinante fue el de Uganda: solos con una familia de monos en mitad de la nada y atravesando un tronco persiguiéndoles con el río plagado de hipopótamos y cocodrilos y encontrando a los gorilas de montaña después de andar varias horas por la montaña. Cuando te pasan esas cosas te recargan para todo el año.
Ser consciente de tu presupuesto y de tus limitaciones
También me gusta alternar hoteles más lujosos con sitios pintorescos, como una pensión que fuimos en Canadá que lo regentaba una señora que era pintora y por la mañana nos amenizaba el desayuno cantando a Edith Piaf. El pequeño hándicap de no tener coche nos ha llevado también a momentos peculiares como cuando nos quedamos atrapados en una playa con una familia de filipinos de fiesta que nos hicieron cantar en su karaoke portátil o cuando hicimos un circuito de osos en bicicleta y teníamos que esperar a que Harry, el único taxi del pueblo nos recogiera en mitad de las Smokey Mountains.
¿LOS SITIOS A LOS QUE NO VOLVERÍA?
Las Vegas y a Bohol donde nos quedamos con el barco estropeado en mitad del mar a media hora de un tornado con un grupo de vascas, entre la que había una que se creía Mc Gyver y que nos pretendía salvar haciendo señales al infinito con el espejo del colorete.
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